ELVIRA REBELA A HELENA LA DE TROYA

Por Gilda Matos

HELENA DE TROYA

«Señora, ojalá muera en escena. ¡Es mi campo de batalla

Sarah Bernhardt
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No conocí la  Helena la de Troya,  pero sí a la actriz dominicana Elvira Taveras, la de Licey Al Medio  de Santiago de los Caballeros . Muchos la han comparado con la actriz francesa Sarah Bernhardt, que salvo el tiempo y la distancia continental  han descollado en talento, temperamento y gracia personal en su desarrollo profesional.

La historia depende de quien la cuenta… su autor,  Miguel del Arco y dirección teatral  de Richarson Díaz y la producción de Juan Rodríguez,  más, quien verdaderamente la interpreta    esta vez es,   Elvira, en cuerpo y alma en tribuna teatral ante el público.

 La actriz tiene un historial abundante   en el tema de género en el teatro desde su debut con el espectáculo “De Lorca” en la década de los 90,  interpretando las mujeres lorquianas  con altura poética que el autor español se merece , además de otras piezas como “La Señorita Margarita “Monólogos de la Vagina”, “Puentes” , “Gorditas “ , “Damas de Rojo”, “No Hay Mal que dure Cien Años” “El último de los Amantes Ardientes” “Divorciadas, Evangélicas y Vegetarianas”,  esta trayectoria temática  le han apropiado  del lenguaje de género con gran  claridad  y fortaleza que se destaca  en la escena teatral dominicana.

En el monólogo del espectáculo de la legendaria Helena de Troya, la interprete se empodera con ferviente pasión, casi testimoniando los parlamentos en defensa de una mujer vilipendiada por la visión patriarcal de la historia de la humanidad. 

La exégesis  de este personaje se convierte para la actuante en la voz de todos los personajes anteriores, con un acento crítico, histórico, social y humano que se expresa en cada frase, en cada letra del texto y de las acciones del personaje.

Lo valioso de esta interpretación está  en la trasmutación de la personalidad de la actriz , quizás más fuerte que la versión débil de Helena que nos ha llegado de los griegos, asombra como la firmeza , la fuerza y la convicción   de la actriz arropa arrolladoramente a el personaje, cuando lo imaginábamos con  un lirismo apasionado, emocional quizás  romántica. Al  pensar en este hecho, nos recuerda lo expresado por nuestro dramaturgo Manuel Rueda, quien afirmó que en sus obras  los personajes que crea adquieren vida propia, una especie de autonomía que escapaba a los intereses de  él como autor. Elvira le da vida propia, única, es Helena la de Elvira la que presenciamos en obra, no otra, está fluyendo en su tono, gesto, miradas, palabras, silencios. 
  
En el espectáculo se siente la mágica sensación de un tiempo sincrónico  que provoca la presencia evocadora de la actriz en el escenario, nos lleva y nos trae del pasado al presente, todos los allí asistentes  sabemos que se trata de Helena la de Troya, sin embargo, concomitantemente  en paralelo se siente a Elvira la dominicana, con detalles de utilería y vestuario que nos traen a la actualidad…. ¡Aquí, ahora ¡   

La dirección del montaje expone una línea dramática clara, limpia y precisa conforme al  autor radical que defiende a ultranza al personaje protagónico  de una versión de la historia mal contada, en detrimento Helena.

Rebelión al mito griego 

El personaje y la actriz se rebelan ante el designio de los dioses, en especial de Zeus, la entidad mayor del parnaso griego quien a pesar de su gran poder tiene debilidades de naturaleza humana como cualquier mortal, y he ahí una de las razones de la grandeza del sentido crítico de  los griegos, la dimensión humana de sus semidioses, situación que motivo el ideal  de perfección de la cultura occidental.

Los reclamos y protestas de la protagonista,    nos recuerda que es uno de los temas predilectos de las conversaciones de Elvira, con grandes reflexiones y cuestionamientos a los dogmas religiosos. Esta rebelión no es solo del personaje, es también de la persona, de Ella. Por lo nos atrevemos a afirmar que el personaje de Helena se adaptó a la medida de la actriz. 

El teatro es un trabajo colectivo, para su éxito necesita de muchas voluntades hacia el mismo norte la actuante no estuvo sola  contó con un gran equipo, desde la diseñadora del vestuario, el maquillista, Francis de la Cruz,  el director Richarson Díaz, el productor Juan Rodríguez y Katy Báez  y el  luminotécnico Roberto de León  quienes aunaron  esfuerzos  para concretar la expresión dramática en presente. La escenografía de Fidel López  tiene  elementos ambientados en el orden dórico de la Grecia Clásica,  es funcional aporta  un marco ambiental y espacial que permite la,   expresión del  personaje. El vestuario de  Cromcin Domínguez es  creativo, ingenioso y adecuado a la época,  los   efectos especiales de Ernesto López agregan intensidad a momentos importantes .Todo el conjunto logra una  integración natural a la narración escénica.

Si algo faltó en la interpretación-rebelión de Elvira fue un halo conclusivo sobre el discurso defensivo del espectáculo, la actriz hizo mutis y nos deja la responsabilidad al público el veredicto. Se esfuma y nos queda el desamparo en esta batalla legendaria  y del día a día de las mujeres en el mundo.  

Asistir a Juicio de Una zorra fue un encuentro inolvidable con Helena y Elvira en camino de la   violencia de género de esta  historia.


  


             ELVIRA TAVERAS

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