¿El arte tiene que ser bello?

 

Por Gilda Matos

Las razones por la “el arte puede no ser bello y ser arte” son muchas, pero sobre todo, porque la categoría de lo bello ha variado en cada época y sus cánones cambian: para los griegos la belleza estaba relacionada con el orden, la proporción y la armonía, en la medieval permanecen estos rasgos y Santo Tomás lo expresa “lo que place a la vista “y se piensa que la belleza viene de Dios. En el renacimiento, se busca la belleza en el objeto y se vuelve a los criterios clásicos, en barroco y el manierismo los artistas se revelan en contra de la belleza clásica, en el romanticismo, se relaciona la belleza con la emoción, el entusiasmo, lo extraño, lo misterioso y así con las demás tendencias de arte moderno, hasta la actualidad “ donde en las definiciones del arte en las que la belleza no se considera más un componente indispensable en la concepción y creación de las obras de arte “(Ortega, 2011).

El papel que juega el gusto en nuestros juicios acerca del arte: es fundamental, y representa un problema para la objetividad en el reconocimiento de la obra artística, ya que nuestras inclinaciones y preferencias nos llevan al campo de lo subjetivo, por lo que los gustos artísticos son relativos, pues “todos los gustos son de igual valor con respecto a la realidad del arte” (Venturi, 1849).

¿Deberíamos propiciar la construcción de un criterio autónomo en relación con el arte? Sí, el desarrollo de la automía es una las misiones del arte de mayor importancia para el desarrollo integral del ser humano, así lo expresa Lowenfeld, (1973) cuando explica el problema de la interferencia del adulto en el proceso creativo del niño:”La mayoría de éstos se expresan libremente, y en forma original cuando la interferencia del adulto no los inhibe”

¿De qué manera lo anterior se vincularía con el desarrollo de competencias para la vida? El arte se convierte en un instrumento para el desarrollo integral, ya que a través de prácticas artísticas en la escuela se estimula el sentido de identidad personal “aprender a ser” con lo que desarrollan una personalidad autónoma, tocando temas claves como la equidad, la inclusión y la incertidumbre con los que contribuye a que los alumnos sean capaz de emprender acciones en sus entornos sociales. Además de que también se desarrollan competencias sociales que le permiten una mejor convivencia con los demás, lo que fortalece la conciencia de ejercer una ciudadanía responsable.