LA OTRA CARA DE BOTERO EN SANTO DOMINGO

Por Gilda Matos


Fui al palacio de Bellas Artes de Santo Domingo tras la alegría, colores planos, figuras infladas, temas amables y me encontré con la gran sorpresa: tristeza, agonía, dolor, muerte, odio, compasión, quedé pasmada y el miedo arropó mi ser al presenciar el testimonio del dolor de Colombia. Entonces… por primera vez, conocí La Otra Cara de Botero.

El autor encabeza la representación de los artistas mas cotizados de Latinoamérica y del mundo. Siempre se identificó, hasta ahora, con la función del arte de exaltar la vida, producir placer en los espectadores y con la recreación de obras destacadas en la historia del arte. Se confiesa admirador del ideal de perfección del arte griego y egipcio, y es fiel devoto del arte renacentista y moderno; pero su gran sensibilidad humana y el amor por Colombia, su país natal, lo llevan a mostrar su otra cara en el año 2000; la de hacedor de arte con contenido social para denunciar ante el mundo “la sin razón de la violencia”. Su dolor se expande y desborda los 1, 141.748 kilómetro cuadrados del territorio de su país y llega a Santo Domingo en la expresión contenida en 67 obras plásticas, 25 pinturas, 36 dibujos y 6 acuarelas que muestran otra dimensión de su rostro artístico.

De su trayectoria ya conocía “sus gordas” y siempre tuve la certeza de que el artista continúa en nuestra época la visión estética de las primeras venus pertenecientes al paleolítico superior de la prehistoria, pues al igual que en aquel tiempo, expresa la belleza de la mujer en la voluptuosidad de las formas corporales como un canto a la fertilidad femenina, la sensualidad y la capacidad reproductiva, y esta peculiar expresión de su arte seduce mi imaginación y la de su público.

A eso nos tenía acostumbrados Botero, así que jamás pensé que el pintor y escultor iba mostrar su otro rostro en esta exposición, a desatar en mí una catarsis, a exorcizar la rabia frente a la violencia, la muerte, la ambición y todas las consecuencias del tráfico ilícito de drogas en cualquier país del mundo.

Su otro perfil queda descubierto en los elementos de su lenguaje pictórico:

EL GESTO

Es un elemento privilegiado en paradigma pictórico, con lo que Botero logra reunir una iconografía del dolor en una fisiognomía que retrata horror, tristeza, melancolía, miedo y en formas corporales emblemáticas, tales como han sido codificadas en la historia de la pintura.

Su gestualidad plástica la hereda de Piero Della Francesca, de Mantegna y Durero, y al igual que Giotto, utiliza el gesto para mostrar sus emociones, el pintor destaca el rostro porque es en ellos donde lo de dentro se manifiesta, o en algunos casos, se trata de ocultar.

De Piero hereda formas inmóviles y pesadas con presencia de la esfera y el cilindro.

Botero, en esta exposición no intenta captar los gestos más furtivos y ligeros, como acostumbra, sino los más excelsos e enfáticos remarcando el sentido dramático de acuerdo a las situaciones trágicas de sus relatos.

Su rostro también se devela en los personajes de sus pinturas y dibujos:

LA MUJER:

La mujer es vista por el pintor como la gran víctima del quebrantamiento de la sociedad, el dolor azota todas las esferas de la vida de ella y sus familias.

LA MUERTE:

El simbolismo de la muerte centra la temática de la exposición, el personaje persigue a los actuantes de las imágenes, sueño aterrador, desenlace funesto de las escenas de violencia. Evoca las imágenes de la “Guernica de Picasso” en la escena del cuadro “Matos Sierra” la guerra de Colombia, compleja, destructiva, inhumana toca las fibras del alma ante la descomposición social.


En definitiva, la otra cara de Botero se revela en la nueva función estética de su arte: la denuncia social, la utilización del arte para evidenciar la violencia y en reclamo del respeto a la vida.

En esta exposición me sorprendió Botero…. ¡vi su verdadero rostro!, me acerqué al dolor Colombia, con profundo dolor dominicano….