MONTAJE DE MARIO LEBRÒN REVELA AVE NEGRA EN LA SOCIEDAD
Por Gilda Matos
Un profundo silencio se suscito
en el público frente a las escenas de
esta estremecedora pieza teatral Ave
Negra dirigida por Mario Lebrón, producida por Teófilo
Terrero y escrita por el prestigioso dramaturgo británico David Harrower. Esta
obra hace honor a una de las funciones
centrales del arte teatral, la de revelar la realidad a partir de la acción y
los personajes del drama, así lo afirma el propio autor _”Quiero a la gente
sacudida” y fue lo que sucedió esa noche en los presentes ¡nos sacudió el alma!,
dejándonos ver la verdad del abuso a menores y los colores máscara del agresor.
La obra trata un tema tabú en las
sociedades, la pererastía, un enemigo que asecha a todas las intimidades de las
familias, crece en el estiércol del
silencio, quebranta y mutila las vidas de inocencias
interrumpidas. El perfil del abusador se justifica y se camuflejea en una
excesiva sensibilidad que confunde a las víctimas, un amor incontrolado, que esconde al monstro
depredador.
El Texto: es uno de los fuerte de
este montaje, no en vano mereció el Premio del Círculo de Críticos de Drama de “LA
a Mejor Escritura y Ejecución” en Los Ángeles de Estados Unidos de América. Sorprende
la capacidad narrativa del autor, perimitiendo al espectador recrear en la imaginación
los hechos de la trama, sin aburrir y despertando interés por los detalles de los acontecimientos para al final
sorprendernos con un punto de giro revelador de la historia.
La dirección de Lebrón se centra
en los actuantes Francis Cruz y Laura Lebrón,
guiando a los personajes en un estilo naturalista con una mirada sincera a las
interioridades, sus pasiones y secretos, sin tapujos. Se nota
su experiencia sobre las tablas,manifiesta en el arte de dirección de actores, una cualidad no muy
frecuente entre directores. Armonizò de formar clara todos los recursos desde
la ambientación escenográfica y vestuario (José Miura) hasta la iluminación (Lillyanna Díaz).
Nada abunda, nada sobra en la realización escénica.
Las actuaciones, aunque parecen sencillas o
cotidianas suponen un gran reto para ambos, sobre todo, en los prejuicios personales en que caen
muchos actores al juzgar a los
personajes con criterio maniqueista del bueno y el malo , actitud que deriva en
un vicio que obstaculiza que aflore la verdadera naturaleza humana de los
mismos. Ganaron la batalla en la escena, mostraron dos personajes en sus
psiquis, anhelos, conflictos, sobre todo, nos hicieron creer sus mascaras, a tal
punto, que en un momento quise pararme del asiento y gritar ¿Qué es esto? ¡Cómo
es posible que justifiquen el abuso!.... Sin embargo, todo se evidenciô al final, con la
entrada de la niña Avril Lázala, quien se uniò al excelente duo.
Este espectáculo debe seguir representándose
con la misión de ser fuente de reflexión que contribuya a revelar , “sacudir” la sociedad
frente al abuso infantil y juvenil. El teatro nos da la lupa para la vida y el alma en este intimo encuentro con el Ave Negra.
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