DESDE LO APOLINEO A LO DIONISÍACO EN LA PASIÓN CANTADA DE JACOBITO DE LARA
“Cuando un hombre se dedica a liberarse espiritualmente de sus deseos y pasiones también espera sacar una ventaja”. Friedrich Nietzsche
Por Gilda Matos
EL teatro es una ventana
de pasiones, sus vientos estremecen las cuerdas sensibles del público, de la
sociedad y el mundo. Radhamés Polanco le abre puertas a la tragedia de un
“Macho dominicano” Jacobito de Lara,
quien protagoniza dos hechos trascendentes en la pieza teatral, uno desde el
punto de vista social y el otro humano, en cuya acción se identifican Lo Apolíneo y Lo Dionisíaco.
Estos conceptos vienen
del mundo estético de los griegos anclados en el poder que emanan sus dioses, Apolo y Dionisos representando dos
grandes comportamientos de la cultura occidental que han influenciado las expresiones estéticas en dos
caminos contradictorios, que conviven en la tragedia griega y en la
vida del protagonista de esta historia .
Este personaje interpretado
por Fausto Rojas manifiesta esa dualidad en sí mismo, por un lado la luz
justiciera contra la tiranía de LIlís , hálito de paz para la sociedad
dominicana, en el otro, la inconsciencia oscura, caos emocional, bajos instintos salvajes que revelan el perfil patriarcal
de quien se cree poseedor de la presa femenina, despiadado en un ego misoginio,
el autor y el actor de esta pieza nos diseñan un perfil racional, con un fuerte
subconsciente que se apodera del
espectador en el consentimiento de las acciones
en nombre del amor de Jacobito.
Hoy más que nunca cobra
importancia analizar los planteamientos e importancia de esta obra teatral, en
tiempos donde los problemas de la Violencia de Género, han pasado a ser un conflicto
en el debate global y que lacera ´de
forma especial a la sociedad dominicana, con graves consecuencias en pérdidas
de vidas.
En la tragedia Cantada, el femenicidio se ejecuta en nombre del “amor romántico” de
un hombre que no duda en matar por pasión. En mi visión femenina se siente
rabia al ver al cruel psicópata convencer a los espectadores de las razones que
lo llevaron a cometer el hecho, el personaje no puede ser mejor interpretado de
la manera que lo hizo Fausto Rojas, sensible, tierno a veces, débil, atractivo,
convincente en sus argumentos, todopoderoso del machismo cultural del hombre
dominicano.
La pasión está contada con la emoción del lado del hombre, Emilia
Michel, Milo, la mujer, interpretada por Luvil González, es la sumisa, inocente,
enamorada candorosa, la mujer victima que sucumbe complacida en brazos de su
amado. Evidentemente esta pasión es
dionisíaca y es unívocamente masculina,
en ella la ficción no supera la realidad, la imita, no la trasciende con una razón digna y sentimientos
sublimes de la verdad en redención de
los males que critica, sólo al final se vislumbra la luz al acribillar al símbolo del perro.
El autor y director se ha
caracterizado en su historial dramatúrgico por trabajar en las dos
vertientes Lo Apolíneo y Lo Dionisíaco, como impulso vital en sus creaciones,
en esta obra, y en las puestas anteriores, participa de forma simbólica y
testimonial en el desarrollo de la representación, convirtiéndose en un
elemento clave en la narrativa, (El Preso), en esta ocasión expresa el lamento, (la Nenia), especie de canto
fúnebre Latino que ambienta la trágica historia.
Lo apolíneo se pronuncia en los
aspectos narrativos, que denotan el
pensamiento racional y crítico del autor, así como los personajes de Virginia
Elena Ortea , representada por Yanela Hernández, quien cuestiona incisivamente al personaje central, y el Ciego, representado
Ernesto Báez, quien narra a través del canto
los acontecimientos. Otro recurso
utilizado con el propósito de sacudir al espectador de las emociones fuertes, es los extrañamientos, efectuados por Ernesto Báez,
para contextualizar la historia.
La puesta en escena
atrapa al público, con buen ritmo. La escenografía de Fidel López es funcional y a veces poética, la iluminación de Rubén Lara, aporta
significativamente a la atmosfera emocional, si hubo disonanancia en el espectáculo, fue la prolongación
de la escena en Off, que prácticamente elimino la acción del escenario por
largo rato.
Esta obra es producto de
una historia real, una de tantas tragedias nacionales que impacta y motiva a la reflexión acerca de cómo
la cultura de la violencia de género, se cuela en nuestras vidas y en el
arte, y hasta la sublimizamos sin darnos cuenta. Jacobito Lara, un macho
dominicano, su novia, Milo no está en el cielo por amor, merece ser reivindicada
con más pasión y razón entre Lo Apolíneo
y Lo Dionisíaco.
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