"DIMITRI ABRAZA EL MITO DE LIBORIO, POR UN TEATRO CON IDENTIDAD”
Por Gilda Matos
En todos los tiempos, continentes y naciones el teatro ha albergado los
mitos, al expresar culturas e historias y aspectos de la condición humana,
personajes divinos y heroicos que explican sistemas de creencias de una cultura.
Hoy en dominicana el joven actor Dimitri Rivera González inicia su trayecto
como director con el reto de la pieza Liborio, escrita por César Sánchez Beras,
quien trata la leyenda del líder mesiánico surgido en las montañas de la
provincia de San Jun de Maguana situada en el sur de la isla.
La historia de Papá Liborio es una de las tradiciones más valiosas de la cultura popular dominicana. Su relato encierra elementos revolucionarios, antiimperialistas, sincréticos, espirituales y proféticos, convirtiéndola en un auténtico reservorio de la identidad nacional, por tal razón el hecho de Dimitri , un joven del teatro dominicano abrace el tradición de Liborio en sus inicios como director, llama a la atención en momentos en el que el teatro sufre alejamiento de lo popular y de la identidad con la cultura nacional, con sus excepciones, imponiéndose en la escena obras de una realidad teatral marcada por la literatura universal o un teatro cuyo fin es el divertimento de un público selecto que puede comprar entradas a un precio inaccesible para la mayoría de la población .
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CRITERIOS Y VALORES DE LA PUESTA EN ESCENA BAJO LA DIRECCIÓN DE DIMITRI:
La obra nace con un interés pedagógico en prácticas de la asignatura de
Dirección Teatral, en la Escuela de Teatro de la Facultad de Artes de la
Universidad Autónoma de Santo Domingo, Uasd, ejercicio educativo que prepara a
futuros directores con acervo cultural identitario, desarrollando competencias
de apropiación cultural de nuestros valores.
Adaptación
y síntesis del texto, el director realiza
una adaptación libre de la pieza de César Sánchez Beras “La hija del mesías “a la
puesta titulada “Liborio”, seleccionando con ojo sensible los elementos de
interés y unidad de sentido para su mensaje humanizaste, elige los personajes centrales
del conflicto dramático (Comandante y Guardia), sustituye la narradora, (Mujer
Galipote) por un vídeo documental. Convirtiendo la pieza de acto con cuatro
personajes en un unipersonal, asumiendo los distintos roles, producción,
dirección, actuación de personajes, manteniendo el ritmo, fuerza y naturalidad
del texto original.
El director enfoca su discurso escénico en defensa de la libertad de
creencias, política y religiosa desde la mirada del personaje; un joven
inocente, honesto, que interioriza el yo cultural frente a los esquemas
políticos y represivo de la dictadura de la época.
Utilización del Teatro- Documento: en la puesta en escena del montaje el video o documental contextualiza
los acontecimientos sociales y políticos que influyeron en los hechos
relacionado con Liborimos, además de proporcionar conexión y unidad al relato
escénico, el video, de alguna manera une el tiempo y espacio en la escena.
Manejo de oposición de arquetipos de los personajes Dimitri establece una oposición en los
caracteres de los protagonistas, en la relación del poder y sumisión, además tonos,
gestos, decisiones, se observa, que mientras el teniente mantiene la línea de
acción con su objetivo claro y decidido
de exterminar a los seguidores del líder de la agrupación mesiánica , el soldado evoluciona desde mostrar una tímida inclinación por el culto mesiánico hasta la rebelión sentida y consciente como
muestra de identidad con el culto liborista.
Fundamenta la progresión del conflicto en acciones dialógicas de los
personajes: Esta particularidad resulta atractiva en
la pieza, lo diálogos se convierte en una danza que transmuta a personajes protagónico
y antagónico en un mismo cuerpo, sorprendiendo los cambios no solo corporales,
sino emocionales, miradas y silencios hasta llegar a la cima del conflicto y
toma de decisión liberadora.
Uso de signos y símbolos en el montaje: En el montaje están contenidos símbolos y signos que comunican agudamente la semiosis del espectáculo, la vela encendida al inicio y al final de la pieza, enunciando espiritualidad y sabiduría, el mapa como signo de identidad territorial y la flor significando amor y pasión.
La puesta en escena se realiza con los elementos imprescindibles e integradores
de una atmosfera de sublevación y religiosidad enfrentada al poder arbitrario
de la tiranía. La música de atabales de Luis Días, declaran la victoria:
_ “Dicen que Liborio ha muerto,
_Liborio no ha muerto ná!
_¡lo que pasa es que Liborio no come
pendejá!”
Oremos por la identidad del teatro dominicano: ¡Qué salga el mal y entre el bien!
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