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La imagen fotográfica impacta el alma, conmueve el sentimiento y expande la grandeza del espíritu;
acerca las distancias y penetra en un mundo surreal que fluye en una cándida y explosiva imaginación.
Una fotografía visualiza el amor en el gesto del rostro y en la mirada, en las comisuras de unos los labios carnosos del África, en un volcán huracanado de cabellos que enmarcan sensaciones etéreas que dialogan con perceptor que mira el retrato.
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Tatiana Mejía modelo, bailarina y coreógrafa presta su rostro al lente y la mirada del fotógrafo alemán Joerg Frank, quien capta la magia de su rostro y su espíritu danzante, rebelde que invade irremediablemente al espectador. Fuego, sueños, desafíos, seguridad y quietud, ingenuidad. …. ¿Amor tal vez?
Joerg Frank, al igual que yo, su madre, tuve la dicha de dar a luz a su vida, en ese instante único, !cómo hoy! capté el ímpetu, la fuerza y la claridad de su mirada al mundo, la vida, la escena, las pasiones, el movimiento y al amor. En aquel entonces, ¡me llené de alegría!…Y no me quedó más remedio que ¡llorar!…. y llorar ¡…por el impacto de su mirada.
Tatiana Mejía tiene transparencia, su musa fluye, su energía corre , su fuerza agota. ¡En su rostro la danza vive!
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